Llegan esas instancias en las cuales sentimos que, por fuera, nos está yendo “muy bien”. Sin embargo, en nuestro fuero interno cargamos con esa sensación de no estar cómodos con lo que hacemos. Nos vemos reflejados desde una perspectiva que nos deja en la posición de “prestados”, haciendo por inercia lo que nos piden y sin proyectos que alimenten nuestros anhelos más profundos. Es en ese preciso instante que nos vemos en la necesidad de conquistar un lugar desde el cual podamos aportar algo de nuestro talento en aquello que nos rodea. “¿Estás seguro/a?”, “No desperdicies esta oportunidad”, “pensalo bien porque te vas a arrepentir”, “¿por qué te vas si estás cómodo/a?”. Éstas y otras frases forman parte de un conglomerado de palabras que suelen salir de quienes nos imponen sus propias limitaciones. Tomar decisiones arriesgadas, nos da la libertad y la iniciativa para elegir frente a las circunstancias del azar. Por supuesto, es un acto que tiene sus consecuencias; asumirlas, es parte de