Hoy
quiero explayarme sobre algo que llamo “operar en capas”. Muchos de nosotros
experimentamos un sentimiento de impotencia al no poder expresar lo que “somos”
frente a los demás. Entablamos relaciones, sí, pero desde una superficialidad
que obstaculiza el darnos a conocer “verdaderamente”. En el silencio del
pensamiento, nos reprochamos “ser de tal o cual manera”, y nos encontramos
impedidos de entablar una conexión íntima con el otro.
En este
contexto, pienso que operar por capas es partir de la superficie hacia el
núcleo de nuestro ser. Este último es un lugar ideal, puesto que los ideales,
más que hechos en sí que figuran un objeto fijo (el núcleo), son el motor y la
brújula que orientan nuestro deseo. Un ideal se puede plasmar en cuanto meta,
pero no de la misma manera en que lo concebimos inicialmente. Lo afirmado en el
post anterior en cuanto a los recuerdos, es válido también para nuestras
proyecciones futuras. Y es que el lenguaje hace sus interjuegos a lo largo del
tiempo, representando un mismo fenómeno desde los más variados enfoques. Lo
interesante de este punto de vista, es el factor sorpresa que subyace en él.
Tener en
cuenta la valoración que el otro hace de nuestro actuar no es algo “malo” de
por sí. En todo diálogo o vínculo intersubjetivo, es necesario alojar a nuestro
interlocutor, es decir, abrirle un espacio donde sienta que tiene algo para
dar, siendo más que un mero depositario de nuestras palabras. El problema
recae en la paradoja que se instala cuando la expectativa de ser aprobados, va
en detrimento del disfrute que nos genera el encuentro con nuestro alter
ego. Desde esta perspectiva, los vínculos que valen la pena son aquellos que
promueven un intercambio enriquecedor entre los participantes.
Estar en
sintonía con nuestros más profundos anhelos, nos coloca en la posición de
“jugárnosla” por lo que queremos. Acercarnos cada vez más a lo que nos hace vibrar,
activa nuestra fisiología revitalizante, y nos conduce hacia el bienestar
mental y social. Mirarnos desde afuera, evaluando nuestro “desempeño” a la par
que socializamos, es una manera de marcar distancia con ese núcleo que contiene
la esencia de lo que nos apasiona. En contraste, mirar hacia adentro y “operar
por capas” – develando verdades inconscientes – nos acerca a ese núcleo
que alimenta nuestro deseo. Ir de afuera hacia adentro, es acceder al núcleo
inalcanzable y variable que habita en nosotros, y nos motiva a ser auténticos
frente a los demás.
Los
saluda,
Lic.
Agustín Sartuqui
Gracias, 100% de acuerdo
ResponderEliminarGracias, 100% de acuerdo
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